Cuenta la leyenda canaria de dos jóvenes enamorados: Gara y Jonay, que ante la prohibición de estar juntos, decidieron subir a lo alto de una montaña y suicidarse abrazados. Siglos después, el lugar rinde homenaje al amor imposible, y extiende ante la vista del visitante una tupida y espléndida selva, conocida como Parque Nacional de Garajonay.
Para reavivar aún más el mito, una niebla caprichosa rodea al parque en casi toda su extensión, provocada por la alta humedad del territorio y la constancia de una temperatura apacible. Estas variables posibilitan además, la existencia de un ecosistema de laurisilva canaria (selva de laureles) único de su tipo en Europa, pues su existencia data del período Terciario de nuestro planeta.
De esta manera, adentrarnos en el parque Garajonay, es asistir a un viaje prehistórico inigualable, aunque el territorio, en contraste, no fue reconocido Parque Nacional hasta el año 81 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco cinco años más tarde.
Ubicado en el centro y norte de La Gomera, el parque ocupa una extensión de cuatro mil hectáreas, lo que representa una décima parte del total de la isla. En su interior, podremos visitar el Monumento de la esencia de la flor, o ascender hacia el pico Garajonay, punto más alto del parque con unos 1487 metros sobre el nivel del mar.
A su vez, el recinto cuenta con un Centro de Información, red de miradores, áreas recreativas y senderos señalizados para disfrutar de una intensa jornada, en la cual tendremos la oportunidad de permanecer en contacto con más de dos mil especies de flora endémica de la Isla de Canarias.
A través de sus bosques, Garajonay regala al espectador escenarios tan diversos como los valles húmedos del norte, abundante en viñátigos y tiles, o la zona seca Fayal-brezal, que acoge especies de mocán, palo blanco, brezo y barbusano. Todos estos rincones, bañados por una peculiar red de riachuelos, que además dan cabida a especies de animales tan autóctonos como la paloma turqué y la paloma rabiche.